Y si dejamos de hablar y nos vamos a mi dormitorio a follar

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Reconozco que desde que me mudé a esta urbanización, mi vecino y yo siempre hemos tenido una especie de tensión sexual que no habíamos resuelto hasta este día. Nos mirábamos con cara de deseo y, aunque nunca nos hemos dicho nada, se notaba que nos gustábamos mutuamente. Un buen día mi vecino vino a casa a por unos huevos y nos quedamos un buen rato charlando, durante ese rato mi coñito no hacía más que humedecerse, hasta que decidió llenarme de valor e invitar a mi vecino a mi dormitorio, allí tuvimos un encuentro sexual en el que él pudo demostrarme que es todo un semental capaz de hacer gozar a una mujer tan exigente como lo soy yo.

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